Para muchos de nosotros
resulta una situación muy difícil ya que sentimos evaluado, expuestos, somos el centro
de atención, son muchos los pensamientos que pasan por nuestra mente, nos
sentimos inseguros, sentimos miedo de no estar a la altura, de sentirnos inadecuados
incompetentes incapaces y sobretodo de convertirnos en el hazme reír de
nuestros interlocutores.
Estas son algunas de las emociones
que experimentamos mientras nos sometemos al escrutinio de los demás.
Hablar en público no es
solo un arte si no también una necesidad resulta imperativa en algunas áreas de
nuestra vida, para realizar preguntas a un profesor, para expresar nuestra
opinión en un debate, para exponer nuestras dudas o desacuerdos.
De ahí que resulte vital atrevernos a enfrentarnos a nuestras limitaciones y salir de nuestra zona de comodidad.
Sólo así podremos trascender nuestros miedos y superar nuestras inseguridades.
Cierto grado de ansiedad
es normal a la hora de habla en público ya que este miedo nos puede ayudar a
estar preparados para afrontar el reto, pero para muchas personas esta emoción es
tan intensa que puede llegar a bloquearlas.
Si aspiramos o tenemos que hablar
en público podemos empezar por ejercitar el músculo de la
voluntad. No nacemos siendo excelentes oradores, pero sin duda podemos trabajar
para desarrollar esta
habilidad. La clave está en dejar de ocultarnos o de tratar de pasar
desapercibidos y optar por mostrarnos.
A
muchas personas nos cuesta ponernos delante de una audiencia y trasmitir de forma convincente y
auténtica sus ideas. De hecho, muchas presentaciones pasan desapercibidas o
directamente resultan pesadas o tediosas a
causa de los nervios y la predisposición del ponente.
Pero hablar en público en realidad no es tan
difícil. No es otra cosa que conversar, y eso lo haces prácticamente todo el
tiempo. El misterio desaparece una vez que se ha aprendido cómo hacerlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario